Infertilidad (1 parte)
(Por lo extenso de este tema lo he expuesto en dos partes.)
En el tiempo que llevo trabajando acompañando a las personas que se acercan a mí, en sus procesos, uno de los temas recurrentes es la fertilidad o ausencia aparente de esta.
Como mencioné antes, mi idea personal es que no existe la infertilidad, ya que las mujeres somos muy fértiles. Tenemos un útero, ya sea que este sea físico o no. En el cual somos capaces de gestar desde niños hasta proyectos de vida propios, trabajos, casas, autos, relaciones, étc. Para entender la “infertilidad” tenemos que entender primero como es que logramos la gestación. Voy a referirme a un bebé humano, aunque esto puede ser aplicado a cualquier “proyecto”, sea una vida humana o no.
Para que algo se “forme” en esta realidad dual en la que vivimos, se necesitan de dos fuerzas que están íntimamente unidas en la naturaleza. Los sabios de la antigüedad lo sabían muy bien y por ello honraban y celebraban la integración de las energías femeninas y masculinas como la sexualidad o unión entre ellas. Para que algo se geste, crezca y florezca se necesita la energía del padre y la madre. La energía masculina y femenina en sus cualidades más esenciales. El masculino como fuerza creadora, vida y solar y la femenina como fuerza receptora, sostenedora y lunar. Cuando se unen estas dos energías creadoras se pierde la polaridad, recordamos lo que realmente somos. Seres infinitos, íntegros y desde ese lugar se expresa una nueva unidad integrada y alquimizada. Nuestros hijos son lo mismo que nosotros somos. Asi, nuestros hijos son la expresión de todo aquello que hay en nosotros. Y aquí esto puede doler al comprender que no puede haber una nueva vida, una nueva creación si nosotros no estamos disponibles a permitir que la vida nos atraviese. Para concebir debe haber una energía conductora (masculina) y una energía receptora (femenina).
Cuando en una pareja no hay razones físicas para no poder manifestar la unidad en nuevo ser, es posible mirar desde otro lugar. Muchas veces estamos tan “sin vida” que no es posible transmitir la vida, no es posible "engendrar" si ni siquiera nosotros estamos disponibles. Cuando estamos "sin vida" lo que engendramos tiene las mismas características muerte, dolor, enfermedad o simplemente no podemos engendrar. Engendrar es materilizar esa integración de estas dos fuerzas o dualidades en una sola. Eso se llama "alquimia". Para que exista una "madre" debe existir un "padre". La energía femenina, no puede serlo sin el masculino. Y ambos deben estar "vivos". Podemos engendrar estando en diferentes niveles de conciencia, desde inconscientes hasta iluminados. pero no podemos engendrar si "no estamos" o estamos cerrados al paso de la vida a través de nosotros.
Les digo a mis alumnos que la conducción de la vida está a cargo de lo masculino y la recepción de lo femenino. En la fecundación, la célula que tiene la fuerza del movimiento es el espermatozoide que encarna las cualidades masculinas, el óvulo encarna las cualidades femeninas. El óvulo que no cuenta con movimiento propio, debe esperar al espermatozoide para activar sus potencialidades, nada es sin esa pequeña célula. El óvulo se abre paciente al movimiento de amor y vida que trae esa pequeña célula, es el "nido" que sostiene la VIDA. El espermatozoide atraviesa miles de barreras para llegar a fundirse, entregarse y rendirse a la magnanimidad, tibieza y poder del óvulo. La fecundación es una danza de amor donde la fuerza y movimiento de lo masculino se rinde al templo femenino que se abre para él. Este evento tiene tanta fuerza que es capaz de atraer un alma que se va acoplando a través de nuestro sistema nervioso a este nuevo vehículo, el cuerpo humano en formación.
El acople se va dando por unos centros neurales donde se recibe y entrega gran información, y que están situados al nivel de los crakras. Así, en la medida que se dando forma al cuerpo, también el alma va encarnando. La encarnación y exterogestación de un ser humano termina alrededor de los 3 años. Un ser humano está totalmente listo y maduro para la vida cuando todos sus sistemas están funcionando, y esto pasa alrededor de los 21 años. Es cuando el individuo cuenta con las cualidades en su totalidad tanto de su padre, como de su madre. Entonces, en resumen, para manifestar una nueva vida debe existir la unión de estar dos polaridades femenina y masculina y además ambas deben estar absolutamente disponibles o vivas.
Nayi. Náyade Quiñones Li ( Kin : Luna Espectral Roja - Mujer a tiempo completo - Enfermera Universidad de Chile - Talleres Sistémicos - Master Reiki - Costelaciones Familiares Sistémicas - Maestra de Lectura de Registros Akáshicos - Canalizadora) celular : 68403267
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